1. La Educación Encierra un Tesoro y los 7 Saberes para la Educación del Futuro



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La Educación Encierra un Tesoro. 
Jaques Delors


El libro “La educación encierra un tesoro” es un informe realizado para la UNESCO preparado por la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI presidida por Jacques Delors, elaborado junto a otras catorce eminentes personalidades del mundo, procedentes de diversos medios culturales y profesionales. El Director General de la UNESCO, el Sr. Federico Mayor Zaragoza convocó una Comisión Especial cuyo objetivo fue reflexionar sobre la educación y el aprendizaje en el siglo XXI. La Comisión fue establecida oficialmente a principios de 1993 y el libro se publicó en 1996.

El contenido es de inspiración universalista, ya que se basa en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948. Se proponen orientaciones para que la humanidad pueda progresar hacia los ideales de tolerancia y entendimiento mutuo, democracia, responsabilidad, universalidad, identidad cultural, búsqueda de la Paz, lucha contra la pobreza, salvaguardia del medio ambiente, regulación demográfica y salud.

La Comisión ha tenido muy en cuenta el ideal de La Educación para Todos emanada de la Conferencia  de  Jomtien  (Tailandia, 1990),    en  donde  se  pone  especial  interés  en  la educación  de  los  niños  y  adolescentes,  sin olvidar la necesidad de disponer de buenos docentes que favorezcan la educación de todas las personas a lo largo de la vida, es decir, en la educación permanente, y para ello se fundamenta en los cuatro pilares básicos de cómo educar: aprender a conocer, a hacer, a convivir y, en definitiva, aprender a ser.

Delors, explicita las líneas maestras del trabajo de la Comisión, asumiendo la educación como un instrumento necesario para el progreso de la humanidad, señalando a los niños y adolescentes como prioridad, revalorizando los aspectos éticos y culturales, señalando la idea de educación permanente para dirigirse a una sociedad cognoscitiva. Hace una prospección alertando que el crecimiento económico a ultranza no está alineado con la conciliación del progreso material y la equidad, con el respeto de la condición humana y del capital natural sostenible.

Aborda las tensiones que han de superarse en el siglo XXI: la tensión entre lo mundial y lo local, entre universal y singular, entre tradicional y modernidad, entre largo y corto plazo, entre competencia y la preocupación por la igualdad de oportunidades, entre el desarrollo de los conocimientos y las capacidades de asimilación del ser humano y por último entre lo espiritual y lo material.

Insiste en los cuatro pilares presentados e ilustrados como las bases de la educación. El primero, aprender a conocer, donde habla de compaginar una cultura general amplia con la posibilidad de estudiar a fondo un número reducido de materias. El segundo, aprender a hacer, en el sentido de no limitarse a conseguir el aprendizaje de un oficio sino también a adquirir unas competencias que permitan hacer frente a situaciones imprevisibles, y que facilite el trabajo en equipo. El tercero aprender a convivir, a comprender mejor al otro, al mundo, al entendimiento mutuo de diálogo pacífico y de armonía. Por último, aprender a ser, que integra los tres anteriores y desvela los tesoros enterrados en cada persona, como por ejemplo la memoria, el raciocinio, la imaginación, las aptitudes físicas, el sentido de la estética, la facilidad para comunicar con los demás y el carisma natural del dirigente.

Estos pilares de la educación consideran y unen las distintas etapas de la educación en la idea de la educación para toda la vida, en el sentido de ordenarlas para preparar transiciones, diversificar y valorizar trayectorias. Con ello se conseguiría minimizar el fracaso escolar y los riesgos de exclusión. Se introduce la idea de la cuenta del «Banco del tiempo elegido», referido a la posibilidad de otorgar un crédito-tiempo para la educación al finalizar el periodo de escolarización obligatoria que permitiría al adolescente elegir la orientación que desee sin hipotecar su futuro.

Finaliza Delors con una atención especial para la UNESCO que merece la pena reproducir aquí: «Fundamentalmente, la UNESCO contribuirá a la paz y al entendimiento mutuo entre los seres humanos al valorizar la educación como espíritu de concordia, signo de una voluntad de cohabitar, como militantes de nuestra aldea planetaria, que debemos concebir y organizar en beneficio de las generaciones futuras. En ese sentido, la Organización contribuirá a una cultura de paz». La idea de fondo es la de extender la cooperación internacional en todo el planeta a modo de un gran equipo que trabaja pensando en todos, todas, y siempre, con unos objetivos comunes basados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Además de todos lo anterior, Delors enfatiza otros aspectos importantes para la educación del sigiglo XXI, como por ejemplo: la comunicación universal,gracias a la cual las nuevas tecnologías han logrado un avance sin precedentes, pero el dominio de esos sistemas confiere a las grandes potencias y a los intereses privados que los detentan un poder cultural y político real, en particular con respecto a las poblaciones que por no tener educación apropiada no están preparadas para clasificar, interpretar ni criticar la información recibida.

Se hace hincapié en la tarea universal de comprensión de los demás, basada en el respeto de la diversidad y la cultura propia o autóctona, en hacer al individuo consciente de sus raíces, a fin de que pueda disponer de puntos de referencia para comprenderse mejor a sí mismo y que le sirvan para ubicarse en el mundo.

Se observa una preocupante agravación de las desigualdades y un desapego con los gobernantes, apreciándose una reivindicación de la autonomía personal que se extiende por todo el mundo. Pero su aplicación en forma de democracia representativa está a veces en crisis: «La distancia creciente entre gobernantes y gobernados, la aparición excesiva de reacciones emocionales efímeras bajo la presión de los medios de comunicación, la «política-espectáculo» propiciada por la difusión de los debates en esos mismos medios, e incluso la imagen de corrupción del mundo político hacen correr a algunos países el riesgo de un “gobierno de los jueces” y de un desafecto creciente de los ciudadanos por los asuntos públicos».

Por todo lo anterior se hace necesario reinventar el ideal democrático con la enseñanza de la tolerancia y del respeto al otro, condición necesaria de la democracia. Para ello se precisa dar cabida a la enseñanza de la Filosofía, la Historia y la Ciudadanía. La Filosofía porque forma el sentido crítico indispensable para el funcionamiento de la democracia; la Historia, porque es irremplazable en su labor de ampliación de los horizontes del individuo y de sensibilización a las identidades colectivas; la Ciudadanía porque es por excelencia una educación que no se limita al espacio y al tiempo de la educación formal, sino que es un eje de la sociedad civil y de la democracia viva.

Desde la perspectiva tecnológica, se propugna hacer una aportación cada vez mayor de las nuevas tecnologías a los sistemas educativos, y que ésta se difunda por todos los países para evitar que se abra un nuevo foso entre países ricos y pobres. Se ofrecen dos orientaciones que deberían guiar a la UNESCO en su condición de intercambio de informaciones y en el terreno de los programas informáticos educativos: la concesión de un sello de calidad que permita distinguir los materiales pedagógicos de calidad, y el fomento de la producción de programas informáticos que respeten la especificidad cultural de cada pueblo.

La Comisión alienta a la UNESCO para que desde su autoridad moral y productora de normas internacionales, continúe estando atenta tanto al desarrollo humano como al progreso social, a través de estimular la cooperación, el diálogo internacional y la «educación para todos».


Arturo Gradolí
Abril 2015








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Los 7 Saberes para la Educación del Futuro. 
Edgar Morín.  

Hoy nos toca recordar y analizar la propuesta que en 1999, realizó Edgar Morín, como una forma diferente de ver los retos que los docentes enfrentamos día con día en las aulas, debido a la complejidad en la cual vivimos en donde las relaciones, situaciones, emociones, retos y nuevas configuraciones de la realidad nos bloquean o bien nos dificultan conceptualizar el proceso enseñanza - aprendizaje en los albores de la tercera década del siglo XXI, en donde la equidad, igualdad, diversidad e inclusión son ahora el contexto donde navegamos en la escuela de hoy día, lo cual no da un nuevo sentido de realidad a lo que realizamos como "nuevos docentes". 
Tenemos que significar la figura de Edgar Morín, filósofo y sociólogo francés que a lo largo de su trayectoria ha ido reconstruyendo su propio saber, incorporando y transformando múltiples miradas. Hoy en día podemos hablar del Paradigma de la Complejidad para explicar en cierta medida, las dinámicas humanas. Y de él, queremos resaltar tres aspectos que deben modificar dicha realidad educativa:

  • Diversidad: la vida tiene multitud de formas y los colectivos deben favorecer este hecho. Al hacerlo favorecemos la creatividad y la inclusión en el aula. La educación debiera tener la capacidad de generar espacios de seguridad y acompañamiento que generen las sinopsis necesarias para el desarrollo cognitivo, emocional y corporal. Ajustándose siempre a las múltiples capacidades del ser humano.
  • Auto-organización: los colectivos deben poder manejar su desarrollo con un margen de libertad que les permita ser autónomos. Debemos genera dinámicas auto-organizativas que lleven al alumno/a a ser autónomo y responsable de la dinámica del aula.
  • Cooperación: llevamos muchos años trabajando individualmente. Hoy en día sabemos que el desarrollo se genera en la interacción de diferentes individualidades que crean una red de crecimiento común.
    “El punto crítico de éxito de la nueva generación es el liderazgo en equipo, así se genera todo” Angélica Olvera
“La combinación de estos tres principios es de una riqueza extraordinaria. Cualquier exceso de control, pensando que eso va a aumentar la eficacia y el éxito, y/o que se deja llevar por la trampa de la simplificación, […] disminuirá las posibilidades de un desarrollo armónico”.1 Esto nos lleva a una gran reflexión a los docentes.
Morín, habla de hacer una reestructuración en la educación para este nuevo siglo y según sus palabras, “esa reorganización no se refiere al acto de enseñar, sino a la lucha contra los defectos del sistema, cada vez mayores. Por ejemplo, la enseñanza de disciplinas separadas y sin ninguna intercomunicación produce una fragmentación y una dispersión que nos impide ver cosas cada vez más importantes en el mundo. Hay problemas centrales y fundamentales que permanecen completamente ignorados u olvidados, y que, sin embargo, son importantes para cualquier sociedad y cualquier cultura.”
Y es por eso que nos ofrece los 7 saberes necesarios para la educación del futuro:
1. Reconocer las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión. La educación debe conocer las características plurales del ser humano y permitir el error y la ilusión como parte del conocimiento. Conocer el proceso de adquisición de éste, debe ser la necesidad primera para afrontar los nuevos retos.
2. Los principios del conocimiento pertinente. Nos vemos atestados de conocimientos fragmentados que no somos capaces de ligar a nada. Necesitamos generar métodos que faciliten el conocimiento de las relaciones y complejidades de lo que aprendemos para poder contextualizar en algo más global que cobre sentido.
3. Enseñar la condición humana. La educación del futuro debe acompañar a conocer la identidad individual del ser humano y al mismo tiempo la pertenencia al colectivo humano. Es decir, debemos mirar al alumno/a por lo que trae física, biológica, psíquica, cultural, social e históricamente y que por tanto, lo hace único pero a la vez acompañarlo humildemente al reconocimiento de la identidad común a todos los demás seres humanos.
4. Enseñar la identidad planetaria. Se trata de poner los pies en la tierra y al igual que hablamos de una identidad individual y otra común. Ampliar la mirada a una identidad terrenal que nos ayude a reconocer la crisis que sufre actualmente y trabajar para enseñar la intersolidaridad entre las partes del mundo.
5. Enfrentar las incertidumbres. Estamos en un mundo que la ciencia ha construido a través de pequeñas certezas que a la vez nos han revelado innumerables campos de incertidumbre. Se debe enseñar para preparar nuestras mentes para esperar lo inesperado y poder afrontarlo.
6. La enseñanza de la comprensión. La comprensión está ausente en las aulas, cuando en realidad es medio y fin de la comunicación humana. La comprensión nos debe servir para poder mirar y asentir a la realidad del otro construyendo la base más segura de la educación para la Paz.
7. Ética del género humano: Las lecciones de moral no pueden conformar una ética. Debe formarse de la conciencia de que el ser humano es individuo, parte de una sociedad y a la vez parte de la especie. Teniendo en cuenta estos tres aspectos, generamos una ética personal, social y terrenal que abre nuevas posibilidades de comunidad.
Sin duda, educar desde estos principios, generará personas preparadas para un nuevo futuro.

Por Ares González Hueso (05/12/2011)
.http://cisolog.com/sociologia/los-7-saberes-para-la-educacion-del-futuro-edgar-morin/

Fuentes de consulta:
  • Olvera, Angélica; Traveset, Mercè; Parellada1, Carles. (2011): Sintonizando las miradas: soluciones amorosas y breves a los conflictos entre la escuela y la familia. México, Grupo CUDEC.
  • Morín, Edgar. (2001). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Bueno Aires, Nueva Visión. Ejemplar gratuito por la UNESCO en este enlace.
  • Sátiro, Angélica. (2005). La educación del siglo XXI: Ética, valores y creatividad. Palma de Mallorca, Cicle de conferències: “L’educació al segle xxi”. Enlace.
  • Romero Pérez, Clara. (2003). Paradigma de la complejidad, modelos científicos y conocimiento educativo. Huelva, Grupo de Investigación @gora. Universidad de Huelva. Enlace.
  • Bonil, J. & Sanmartí, N. & Tomás, C. & Pujol, RM.(2004). Un nuevo marco para orientar respuestas a las dinámicas sociales: el paradigma de la complejidad. Barcelona, artículo de la revista Investigación en la escuela nº 53. Enlace.









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